"(...) ha caído la noche y los bárbaros no han venido (...)
Y entonces ahora ¿qué va a pasar con nostros sin los bárbaros?
Al menos esa gente era una cierta solución".
"Esperando a los bárbaros" de Constantino Cavafis
Y entonces ahora ¿qué va a pasar con nostros sin los bárbaros?
Al menos esa gente era una cierta solución".
"Esperando a los bárbaros" de Constantino Cavafis
Existen varias definiciones relativas a qué es un clásico. Para unos, son aquellas obras que reiteradamente son citadas en escuelas y universidades, para otros, esos gruesos tomos de honorable apariencia, que todo el mundo pretende tener bien visibles en su biblioteca, pese a no haber sido jamás leídos. De lo que no hay la menor duda es de que de los clásicos se puede extraer una innumerable lista de célebres frases. La anteriormente escrita es un ejemplo.
Las palabras del griego Cavafis me trasladan a una atmósfera decadente. Un tiempo nubloso en el que el hambre, el miedo y la enfermedad campan a sus anchas. Se me aparece todo como un gran ocaso estereotipado, definitivamente, un cuadro, típico y tópico, de cómo debió ser uno de los últimos días del Imperio Romano. Se me ocurre reflexionar sobre cuáles debieron de ser los pensamientos de cualesquiera de cuántos contemporáneos de aquella época poblaron las grandes urbes romanas. Una cuestión que me preocupa especialmente es la de reflexionar acerca de si esas gentes supieron, ni aunque fuera por un mero atisbo, la gran vorágine que se les venía encima. No podemos saber si el habitante de Aquileya, de Leptis Magna o de Cartago se pudo haber figurado cuál iba a ser el destino de su civilización, de su anciano Imperio. Seguramente los romanos no se figuraron un mundo gobernado por bárbaros. Quienes tienen una existencia acomodada sostienen la “cuasi-divinidad” del orden que les gobierna. Craso error para la razón, al que los humanos parecemos estar genéticamente predeterminados.
Me causa una gran ansiedad pensar que yo bien pudiera ser uno de aquellos “romanos”, partícipe de un gran escenario de decadencia predestinado a la caída, en este caso no del orbe romano. No sé si entre Iraq y los Campos Cataláunicos caben paralelismos, pero cierto es que las batallas distantes estereotipan la fragilidad de quienes nos gobiernan. Las desigualdades fomentan flujos migratorios insostenibles, flujos de “nuevos bárbaros” buscando mejores tierras. Otros de su calificativo amenazan a nuestras estructuras macroeconómicas, mientras que caníbales de nuestra "social" especie se nutren de ideas falsas y especulaciones abusivas. La Bolsa cae, y los sueños con ella.
Como el niño, adulto o anciana romanos del poema de Cavafis, yo sigo buscando a los bárbaros. No sé si debo confiar en quien no supo vigilar que el singular villano se hiciera con las expectativas de cientos o en una sociedad caduca y especialmente desestructurada. Busco soluciones, sin tener tampoco a bárbaros disponibles.
Occidente, y más concretamente Europa, se va progresivamente ninguneando dentro de su fofo conformismo. Los individuos viven sin expectativas, con el único estímulo del chat, el cigarro y las grandes fiestas. Una sola letra separa al matrimonio del patrimonio, mientras que los infantes son considerados como externalidades negativas de coitos nefastos. A todo eso, la familia se descompone dejando su asiento a la perruna mascota, mayormente privilegiada que el abuelo. Un sinnúmero de pequeñas cosas nos conducen al gran efecto. Un mundo caduco, una sociedad sin esperanzas “ni bárbaros”. El potencial del forastero renovador “bárbaro” sólo cabría buscarlo en las nuevas ideologías. ¡Lástima que de éstas estemos faltos!
Me pregunto si en este próximo año surgirá un nuevo Atila o Genserico. Si en los EEUU aparecerá el “nuevo candidato antonino” o se seguirá la, poco particular, tradición catalana de dejar al hijo mayor, o listo, con la industria y el tonto para la política… Sinceramente, reconozco haber escrito con este post mi carta a los Reyes Magos. Un Mundo que reflexione y encuentre, y que en la medida de mi humano egoísmo, me garantice un futuro personal, y ante todo, para los míos (familia, amistad, municipio, partido, etc.).
Felices fiestas y mejor año nuevo!!!
Publicado por: José Segura