En el transcurso del viaje que el pasado 14 de marzo los socialistas de Rubí realizamos a Madrid para visitar el Congreso de los Diputados, era ineludible el paso por Casa Labra, la taberna donde hace 130 años un grupo de veinticinco hombres encabezados por Pablo Iglesias, un joven tipógrafo de 28 años, decidieron fundar un partido político con el objetivo principal de luchar por la emancipación social de los trabajadores, cuyas condiciones de vida transcurrían entre el hacinamiento, la insalubridad y las jornadas extenuantes de trabajo, a cambio de míseros salarios y unos exiguos derechos.
Difícilmente, aquel pequeño núcleo fundacional del Partido Socialista Obrero Español podría siquiera imaginar la trascendencia que aquella primera reunión, celebrada clandestinamente para eludir la ley, tendría para el futuro de su país. Intuir el protagonismo y la relevancia que ese embrión de partido político tendría en la historia de España, hubiera producido vértigo en aquellos veinticinco idealistas con pretensiones de conseguir un mundo más justo y una sociedad más igualitaria.
En la actualidad, con ciento treinta años de historia a sus espaldas, el Partido Socialista supera los 400.000 afiliados y afiliadas, y cuenta con el respaldo en las urnas de más de once millones de ciudadanos y ciudadanas. Desde su fundación, el Partido Socialista, que ha conocido tiempos de luces y de sombras; alternado periodos de gobierno con épocas de persecución, clandestinidad y exilio; afrontado cambios y renovaciones; superado situaciones conflictivas y crisis internas, nunca ha dejado de estar presente en la sociedad española, constituyéndose en un importante referente para las aspiraciones de libertad y progreso de la ciudadanía. Desde la consecución de la jornada laboral de ocho horas en 1919, pasando por la aprobación del sufragio femenino durante la vigencia de la II República, hasta el desarrollo y consolidación del Estado del bienestar, el Partido Socialista ha sido decisivo en todas las conquistas sociales que se han conseguido en nuestro país, liderando a menudo iniciativas que han contribuido a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y ampliando derechos que han aportado cuotas de más libertad individual y, en consecuencia, para toda la sociedad.
Desde la obtención de su primer diputado hace casi cien años, el Partido Socialista ha mantenido su presencia e incrementado su peso político en las instituciones del Estado. El partido fundado por Pablo iglesias, es la única formación política nacional que ha conservado su representación parlamentaria en cuantas elecciones han sido celebradas en periodos democráticos, evidenciando un amplio respaldo popular incluso en épocas de desaciertos y conflictos, cuando los errores cometidos provocaron la pérdida de confianza de muchos ciudadanos y ciudadanas, traducida en un significativo descenso de apoyo electoral.
Esta confianza de la ciudadanía hacia el Partido Socialista, es fácilmente constatable en el respaldo conseguido en las primeras elecciones democráticas celebradas en 1977 tras la muerte de Franco, donde el PSOE, con la obtención de 118 escaños, conservaría el apoyo popular conseguido durante la II República, a pesar del paréntesis de cuatro décadas de sequía electoral que supuso la dictadura de Franco. Ni el largo exilio de sus cuadros dirigentes, ni la escasa visibilidad del socialismo en los tiempos del franquismo, disuadieron a los votantes de izquierda de decantarse por el proyecto socialista, en detrimento de un Partido Comunista que únicamente logró sumar tres diputados a los diecisiete conseguidos en las elecciones del 16 de febrero de 1936. Sin duda, una gran mayoría del electorado de izquierdas confió en una nueva generación socialista, encabezada por Felipe González, para liderar la difícil tarea de situar a nuestro país en la senda democrática, pero otros muchos, aquellos viejos socialistas que durante los tétricos años del franquismo habían mantenidos sus ideas en lo más profundo de su corazón, aquel 28 de junio de 1977 emitieron su voto con la mirada puesta en el PSOE de Prieto, Besteiro y Largo Caballero.
El PSOE, a lo largo de sus ciento treinta años de vida, ha sido capaz de evolucionar y adaptarse a los cambios que la sociedad exigía en cada momento de la historia. Obviamente, el Partido Socialista de hoy no es el mismo de hace treinta, cincuenta o setenta años, puesto que el mundo es diferente y los problemas que la sociedad actual plantea difieren enormemente de los que afectaban a nuestros antepasados. Sin embargo, a pesar de la necesaria evolución para responder debidamente a los nuevos retos sociales, la identidad del Partido Socialista no se ha visto afectada por el tiempo ni por las circunstancias. La igualdad, la libertad, la solidaridad y la justicia social permanecen como pilares sobres los que se asienta el ideario socialista y su máximo empeño continúa siendo la defensa de los trabajadores, de los más débiles, de los desprotegidos, de los que carecen de oportunidades y de todos aquellos que ven restringidos sus derechos o coartada su libertad.
Y en esta céntrica taberna madrileña fundada en 1860, popular por sus especialidades en bacalao, empezó todo. Entre croquetas furtivas, vinos clandestinos y el compromiso común con la igualdad y la justicia social, veinticinco hombres optaron por tomar partido por los oprimidos y prestar su voz a los trabajadores que subsistían en condiciones de absoluta precariedad. Y en ello seguimos.
Publicado por: Belén Meneses
Difícilmente, aquel pequeño núcleo fundacional del Partido Socialista Obrero Español podría siquiera imaginar la trascendencia que aquella primera reunión, celebrada clandestinamente para eludir la ley, tendría para el futuro de su país. Intuir el protagonismo y la relevancia que ese embrión de partido político tendría en la historia de España, hubiera producido vértigo en aquellos veinticinco idealistas con pretensiones de conseguir un mundo más justo y una sociedad más igualitaria.
En la actualidad, con ciento treinta años de historia a sus espaldas, el Partido Socialista supera los 400.000 afiliados y afiliadas, y cuenta con el respaldo en las urnas de más de once millones de ciudadanos y ciudadanas. Desde su fundación, el Partido Socialista, que ha conocido tiempos de luces y de sombras; alternado periodos de gobierno con épocas de persecución, clandestinidad y exilio; afrontado cambios y renovaciones; superado situaciones conflictivas y crisis internas, nunca ha dejado de estar presente en la sociedad española, constituyéndose en un importante referente para las aspiraciones de libertad y progreso de la ciudadanía. Desde la consecución de la jornada laboral de ocho horas en 1919, pasando por la aprobación del sufragio femenino durante la vigencia de la II República, hasta el desarrollo y consolidación del Estado del bienestar, el Partido Socialista ha sido decisivo en todas las conquistas sociales que se han conseguido en nuestro país, liderando a menudo iniciativas que han contribuido a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y ampliando derechos que han aportado cuotas de más libertad individual y, en consecuencia, para toda la sociedad.
Desde la obtención de su primer diputado hace casi cien años, el Partido Socialista ha mantenido su presencia e incrementado su peso político en las instituciones del Estado. El partido fundado por Pablo iglesias, es la única formación política nacional que ha conservado su representación parlamentaria en cuantas elecciones han sido celebradas en periodos democráticos, evidenciando un amplio respaldo popular incluso en épocas de desaciertos y conflictos, cuando los errores cometidos provocaron la pérdida de confianza de muchos ciudadanos y ciudadanas, traducida en un significativo descenso de apoyo electoral.
Esta confianza de la ciudadanía hacia el Partido Socialista, es fácilmente constatable en el respaldo conseguido en las primeras elecciones democráticas celebradas en 1977 tras la muerte de Franco, donde el PSOE, con la obtención de 118 escaños, conservaría el apoyo popular conseguido durante la II República, a pesar del paréntesis de cuatro décadas de sequía electoral que supuso la dictadura de Franco. Ni el largo exilio de sus cuadros dirigentes, ni la escasa visibilidad del socialismo en los tiempos del franquismo, disuadieron a los votantes de izquierda de decantarse por el proyecto socialista, en detrimento de un Partido Comunista que únicamente logró sumar tres diputados a los diecisiete conseguidos en las elecciones del 16 de febrero de 1936. Sin duda, una gran mayoría del electorado de izquierdas confió en una nueva generación socialista, encabezada por Felipe González, para liderar la difícil tarea de situar a nuestro país en la senda democrática, pero otros muchos, aquellos viejos socialistas que durante los tétricos años del franquismo habían mantenidos sus ideas en lo más profundo de su corazón, aquel 28 de junio de 1977 emitieron su voto con la mirada puesta en el PSOE de Prieto, Besteiro y Largo Caballero.
El PSOE, a lo largo de sus ciento treinta años de vida, ha sido capaz de evolucionar y adaptarse a los cambios que la sociedad exigía en cada momento de la historia. Obviamente, el Partido Socialista de hoy no es el mismo de hace treinta, cincuenta o setenta años, puesto que el mundo es diferente y los problemas que la sociedad actual plantea difieren enormemente de los que afectaban a nuestros antepasados. Sin embargo, a pesar de la necesaria evolución para responder debidamente a los nuevos retos sociales, la identidad del Partido Socialista no se ha visto afectada por el tiempo ni por las circunstancias. La igualdad, la libertad, la solidaridad y la justicia social permanecen como pilares sobres los que se asienta el ideario socialista y su máximo empeño continúa siendo la defensa de los trabajadores, de los más débiles, de los desprotegidos, de los que carecen de oportunidades y de todos aquellos que ven restringidos sus derechos o coartada su libertad.
Y en esta céntrica taberna madrileña fundada en 1860, popular por sus especialidades en bacalao, empezó todo. Entre croquetas furtivas, vinos clandestinos y el compromiso común con la igualdad y la justicia social, veinticinco hombres optaron por tomar partido por los oprimidos y prestar su voz a los trabajadores que subsistían en condiciones de absoluta precariedad. Y en ello seguimos.
Publicado por: Belén Meneses