"En Lawrenceville un ayudante del sheriff desahució a un emigrante, éste se resistió, obligando al oficial a hacer uso de la fuerza. El hijo de once años del emigrante disparó contra el ayudante con un rifle calibre 22 y lo mató.
¡Serpientes de cascabel! No te arriesgues; si discuten, dispara primero. Si un chiquillo mata a un policía, ¿qué no harán los hombres? Lo que hay que hacer es ponerse más duro que ellos. Tratarlos sin contemplaciones. Tenerlos asustados.¿Y qué pasa si no se amedrentan? ¿Qué si plantan cara y disparan a su vez? Estos hombres han estado armados desde que eran niños. Un revólver es una extensión de ellos mismos. ¿Qué hacemos si no se amilanan? ¿Qué si en algún momento marchan como un ejército igual que los lombardos lo hicieron sobre Italia, los germanos sobre la Galia y los turcos en Bizancio? Aquellas también eran hordas mal armadas y ansiosas de territorio, y las legiones no pudieron detenerlas. Ni las matanzas ni el terror pusieron fin a su avance. ¿Cómo se puede asustar a un hombre que carga con el hambre de los vientres estragados de sus hijos además de la que siente en su propio estómago acalambrado? No se le puede atemorizar, porque este hombre ha conocido un miedo superior a cualquier otro".
John Steinbeck, "Las uvas de la ira"(traducción de Juan José Coy, en: Madrid, Cátedra, 2007)
El hombre tiene una gran lacra como especie. Siendo "inteligente" es el único ser que puede ver lo aparentemente inmutable del presente, sin poder centrarse en lo eternamente cambiante de lo evolutivo. Cualquier fiera vivirá aprovechándose de sus adaptaciones naturales, de las innovaciones (o mutaciones) que le ha brindado la Selección natural, con el afán de adaptarle mejor a su ecosistema; no tendrá mayor visión sobre el tiempo que aquélla que le faciliten sus genes. El hombre es algo más, cultura e incultura unidas en un binomio mortal, e inseparable. No podemos soñar con cambios si nuestra consciente existencia es pasajera. Desde los de CroMagnon hasta las hordas de marines norteamericanas, no tanto ha cambiado. ¡Monos armados, con veneno fatal y cascabeles en forma de políticas y viles propagandas!
Dicen que el buen maestro enseña a aprender de los errores, razón por la cual concluyo que Maese Tiempo es un Catedrático de pobre intelecto. El texto de Steinbeck (redactado en los fatídicos años 30 del pasado siglo) invoca a nuestro pasado histórico, a cómo los hambrientos siempre han luchado por su pan, con mayor intensidad si es bien sabido quién se lo quita. La era global es doncella de pocos secretos. Todo se sabe, o al menos, en parte.
John Steinbeck, "Las uvas de la ira"(traducción de Juan José Coy, en: Madrid, Cátedra, 2007)
El hombre tiene una gran lacra como especie. Siendo "inteligente" es el único ser que puede ver lo aparentemente inmutable del presente, sin poder centrarse en lo eternamente cambiante de lo evolutivo. Cualquier fiera vivirá aprovechándose de sus adaptaciones naturales, de las innovaciones (o mutaciones) que le ha brindado la Selección natural, con el afán de adaptarle mejor a su ecosistema; no tendrá mayor visión sobre el tiempo que aquélla que le faciliten sus genes. El hombre es algo más, cultura e incultura unidas en un binomio mortal, e inseparable. No podemos soñar con cambios si nuestra consciente existencia es pasajera. Desde los de CroMagnon hasta las hordas de marines norteamericanas, no tanto ha cambiado. ¡Monos armados, con veneno fatal y cascabeles en forma de políticas y viles propagandas!
Dicen que el buen maestro enseña a aprender de los errores, razón por la cual concluyo que Maese Tiempo es un Catedrático de pobre intelecto. El texto de Steinbeck (redactado en los fatídicos años 30 del pasado siglo) invoca a nuestro pasado histórico, a cómo los hambrientos siempre han luchado por su pan, con mayor intensidad si es bien sabido quién se lo quita. La era global es doncella de pocos secretos. Todo se sabe, o al menos, en parte.
Las crisis económicas son cíclicas, dicen los expertos, algo así como los “paradigmas científicos” de los que Thomas Kuhn hablara hace ya un tiempo. Los “giros copernicanos” siempre tienen desgracias en sus causas, razones por las que el ingenio humano se agudiza y persigue resultados mejores para la optimización, para los avances y el progreso. La Crisis, ya hablando en singular, seguro que reparará un mundo distinto, de ello no hay dudas.
En los últimos meses me ha llamado mucho la atención los grandes avances, que cuanto menos, han sido “anunciados”. Haré mención de algunos de ellos. La edición de “ElPaís” de 24 de noviembre de 2008 incorporaba una noticia de gran calado. Javier Sampedro, genial periodista y divulgador, nos presentaba un mineral, la peridotita, capaz de absorber dióxido de carbono (CO2) convirtiéndolo en cuarzo. Los estudios realizados por Peter Kelemen y Juerg Matter, de la Universidad de Columbia en Nueva York, han ido a dar fruto justo en tiempos de crisis. No por casualidad.
Más allá de lo útil o verídico del hallazgo, este tipo de anuncios no escasearán en los sucesivo. A la vez que la búsqueda de nuevos combustibles (al respecto, citar cómo se ha llegado a defender la piel seca de los cítricos como fuente de energía), la eliminación de externalidades contaminantes, o cuanto menos, de sus productos, es uno de los grandes objetivos de las grandes economías. Curiosamente, en el desierto de Omán (en la península Arábiga) es donde se han realizado estos experimentos, siendo la empresa petrolífera estatal ("Petroleum Development Oman") la primera que va a realizar pruebas con el mineral. Según se afirma, esta roca ígnea (volcánica) está asociada al olivino y se halla en cantidad tanto en las arenas de Arabia como en las costas de la antigua Yugoslavia.
El principal problema, o al menos uno de ellos, será conseguir “inyectar” grandes cantidades de dióxido de carbono en el manto terrestre, lugar donde se encuentra, mayormente, el preciado maná “anticontaminante”.
Y es que, precisamente hoy, otros nuevos avances se me han presentado en diferentes medios: los avances en inteligencia artificial, la investigación sobre la fusión nuclear o el famoso gran acelerador de partículas de Ginebra. En un nuevo artículo de Sampedro ("Ahora comienza la etapa de los descubrimientos científicos", “El País”, 10/9/08) se nos ilustra sobre cuán cierto es que, tras los grandes descubrimientos tecnológicos, se acerca el momento de dar un paso hacia los avances científicos.
El, ya citado, Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés) se halla, actualmente, en reparación. El primer intento ha fallado, sin embargo, siguen intactas las expectativas puestas en él. La gran inversión, aparentemente, “sólo” tiene el objetivo de descubrir una partícula, el conocido como “bosón de Higgs”; sin perjuicio de que “esa partícula” sea capaz de demostrar el Big Bang y buena parte de los postulados de la ciencia moderna (a la vez que acabar, de una vez por todas, con los últimos vestigios de la ignorancia creacionista). Algunos científicos informan de los peligros ocultos de esta investigación. Según se afirma, existiría un riesgo “ínfimo” de que la máquina fuera capaz de crear un agujero negro que acabara con todos nosotros… idea un tanto esotérica, para mi ignorante conciencia.
Caerán las acciones, los bancos, quizás alguna que otra guerra y varios millones de niños desnutridos, pero la Ciencia, inhumanamente, continuará su camino. Sin conocer la moral, la justicia, o el “orden”, la Ciencia seguirá persiguiendo acabar con la Crisis de turno a base de la optimización de los beneficios virtud de nuevos medios y fuentes de recursos. ¿El hombre es un lobo para el resto? ¿O es un buitre, un cerdo… una serpiente de cascabel que sigue temiendo la rebelión de los hambrientos…?
Imagen:
1) "Wall Street Rag", by Scott Joplin sheet music cover from 1909.
1) "Wall Street Rag", by Scott Joplin sheet music cover from 1909.
Publicado por Javier Serrano
(This file is licensed under Creative Commons Attribution ShareAlike 2.0 License).
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